A lo largo de la historia, numerosos autores han tratado de proporcionar una definición precisa y fiable dediseño; entre las infinitas propuestas, parece interesante el planteamiento de Paredes (2012: 11), que habla de “una disciplina que propone soluciones a necesidades concretas de comunicación, lo que supone solventar problemas, expresar ideas y, en definitiva, realizar un gran ejercicio intelectual”. En efecto, frente a concepciones reduccionistas que aluden únicamente a su parcela estética, el ejercicio del diseño (y de las muchas parcelas profesionales que abraza) revela un sinnúmero de aristas que evidencian la riqueza de esta macrodisciplina.
En primer lugar, el diseño es sinónimo de funcionalidad, como indica la diseñadora Alice Cho: “el mensaje debe ser accesible, algo que puede ser comprendido por mucha gente, y no algo impenetrable, dirigido solo a artistas o críticos”. Pero el diseño también es belleza (y, por tanto, felicidad), como apunta laEkaterina Erschowa, fundadora del estudio Meetme Twice: “me gusta la idea de encontrar soluciones y respuestas a determinados problemas. ¿El objetivo? ¡Hacer el mundo un poco más bonito, supongo!”.
En relación a la omnipresencia del diseño en la sociedad actual, resulta inevitable recordar su trascendencia en el comportamiento de las personas; Vilchis Esquivel, en esta línea, concluye que “el diseño gráfico, impregnado desde su origen de un profundo conocimiento práctico, no puede evitar las múltiples ideas y actitudes que genera en la conducta humana” (Cossu, 2010: 15). Sus diferentes implicaciones incluyen una inagotable variedad de estilos, concepciones, ámbitos, procesos, enfoques o actitudes, una capital enorme alimentado por una vertiginosa transformación que exige a los profesionales una continua adaptación al cambio. El diseño, por tanto, tiene también un componentetecnológico, como sostiene Mario Tascón en relación al mercado de la información: “diseñar un medio de comunicación hoy es diseñar software, bases de datos, interfaces y naturaleza de los contenidos”.
La dimensión conceptual, los ingredientes del lenguaje visual, las habilidades técnicas o las competencias creativas constituyen, así, aptitudes esenciales del diseñador contemporáneo, un singular entramado de tareas cuya especial envergadura ya recordaba, el siglo pasado, una leyenda como Paul Rand: “El diseño es el método de combinar forma y contenido. El diseño, como el arte, tiene múltiples definiciones: no existe una sola definición. El diseño puede ser arte. El diseño puede ser estética. El diseño es tan simple que, por ello, resulta tan complicado”.
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Bibliografía citada:
Paredes, Cristina (2012): Los mejores diseñadores gráficos del mundo. Madrid: Ilus Books.
Cossu, Matteo (2010): 1000 trucos para diseñadores gráficos. Barcelona: Maomao publications.